Una tarde lluviosa...

La soledad envuelve el ambiente, con una taza de chocolate en mi mano derecha y en la otra mi única forma de comunicación.

Una llamada, no contestas... Espero unos minutos… ¡otra llamada!... Ahora de ti. ¡¡¡Contesto!!

Los saludos comunes entre los dos, en silencio quedo esperando que me leyeras el pensamiento. No espero y te invito a acompañarme en mi soledad.

¡¡Aceptas!!

Espero tu llegada, me propongo a arreglar el ambiente, para que sea el imaginado por mí. Busco el más cálido lugar de la casa para estar.

Ahora en vez de una taza de chocolate son dos. Todo listo, solo falta una cosa?¡¡Tú presencia!!

Pasan unos minutos, escucho el timbre del celular, y me apresuro a contestar, sin mirar se que eres tu. Con temor a contestar levanto el celular. Eres tú, y no precisamente para decirme que llegaste…

Te demoraras unos minutos mas… un poco decepcionada, no hay más nada que hacer, que esperar.

Después de mas de una hora, había perdió las esperanzas de que se realizara todo aquello que había imaginado junto a ti.

Me asome a la ventana por última vez y hay estabas. Volvió la sonrisa a mi rostro.

Ahora dos tazas adornan la mesa, a disfrutar del delicioso chocolate en tu compañía.

Sentados juntos, mirándonos a los ojos, hablando de todo aquello que se nos viniera a la mente, y disfrutando de ese momento.

Entre risas, abrazos, miradas... Habían pasado varias horas. Era el momento de tu partida. Aquellas horas pasadas parecían minutos.

No quedaba más que la despedida,

Un abrazo, un Beso... Tu partida.

Volver a la realidad, otra vez en mi soledad…